Si tu hijo se siente ansioso ante los exámenes, aquí tienes algunas formas de ayudarlo a manejar sus nervios:
Explica la intención del examen.
El examen puede tener por objetivo proporcionar información sobre el progreso de cada estudiante o mostrarle al maestro cuánto material domina cada estudiante. También puede ser una prueba diseñada para saber cómo les va a los estudiantes de una escuela en particular en comparación con estudiantes de otras escuelas. Al fin y al cabo, un examen no es más que un examen. Recuérdale a tu hijo (y a ti mismo) que lo más importante es el aprendizaje, no el examen.
Utiliza técnicas de relajación.
Si tu hijo tiene dificultades para calmarse antes de un examen, se siente tan ansioso que no puede comer o dormir, o experimenta otros efectos significativos de la ansiedad, las técnicas de relajación pueden ayudarle. Prueben juntos estos sencillos ejercicios de respiración y visualización diseñados para niños.
Practiquen el proceso del examen.
La logística de los exámenes puede resultar estresante si tu hijo no está acostumbrado. Si va a realizar un examen por computadora, asegúrate de que ha tenido la oportunidad de utilizar el dispositivo y el programa con antelación. (Si no tiene acceso a esto en casa, pregunta a su maestro si podrán practicar en la escuela). Si van a hacer exámenes estandarizados en papel, rellenar hojas de burbujas gratuitas como éstas puede ser una práctica útil. Si tu hijo está especialmente ansioso, practiquen el examen entero. Imagina que eres el maestro y pídele a tu hijo que entre a la clase, se siente y saque sus materiales, tal y como hará el día del examen. Utiliza también el cronómetro de tu teléfono para ayudarle a entender cuánto tiempo va a tener a su disposición.
Establece una rutina para los exámenes.
Dormir bien antes de un examen es esencial, así que procura adelantar un poco la hora de dormir durante la semana previa al examen. Planifica un desayuno completo para el día del examen y asegúrate de que toda la familia tenga tiempo de sobra para alistarse y salir por la puerta a tiempo y sin prisa.
Considera una recompensa.
Tu hijo se merece algo divertido después del arduo trabajo que supone hacer un examen. Su recompensa no tiene por qué ser enorme, pero decidan juntos de antemano para que tu hijo tenga algo bonito que anticipar, ya sea su comida favorita, una salida divertida de fin de semana o lo que haga sentido para tu familia.
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